jueves, 24 de enero de 2008

Kubero Díaz: uno que pesa desde atrás

Kubero Díaz 1973Aunque en los últimos años se ha tratado de ir corrigiendo lo mejor posible, la republicación en CD de la mejor época del rock argentino, es decir los 70’ -cuando aún funcionaba, por sonido y criterio, como una auténtica contracultura- sigue dejando en la cola de espera algunos discos fundamentales que gritan por una reedición urgente.

Uno de ellos es “Kubero Díaz y La Pesada”, que aquí nos ocupa.

Sabemos ya que La Pesada del Rock and Roll había surgido como una agrupación “informal” de músicos para acompañar a Billy Bond, sabemos que por sus filas pasaron nombres de lo mas ilustres de nuestro rock y también sabemos que luego de los incidentes del Luna Park en 1973, con el famoso “rompan todo” de Bond en un violento combate entre público y policía, La Pesada dejó los escenarios para dedicarse a trabajos de estudio y de producción a cargo de Billy Bond y Jorge Alvarez. Ya en 1972 habían acompañado a uno de sus músicos, Claudio Gabis, en su primer disco como solista “Claudio Gabis y La Pesada” (afortunadamente editado en CD) y en 1973, entre varios proyectos, acompañaron a otro de sus “militantes”, el guitarrista entrerriano Kubero Díaz en su primer aventura como líder.

Kubero Díaz y La Pesada” es una auténtica obra maestra que clama por el lugar de privilegio que le corresponde. Antes de su integración a La Pesada, Kubero ya había sido el mayor responsable de ese otro discazo que es “La Cofradía de la Flor Solar”, con músicos de La Plata en el estreno sonoro de esa “comunidad psicodélica” proveniente de la Capital Bonaerense. En 1973 nos sorprende con este álbum, en dónde participan “los pesados” Alejandro Medina en bajo y canto, Claudio Gabis en guitarra, Isa Portugheis en batería, Jorge Pinchevsky en violín y Billy Bond y Miguel Cantilo en coros. Se trata de hard-rock con una fuerte impronta psicodélica, podríamos decirle “hard-psyche”, heredero directo de la “Experiencia” de Jimi Hendrix que por entonces, ya cesada, aún trastornaba (con razón) a varios músicos argentinos. El disco abre con el demoledor “Todo es todo”, cantado por Medina sobre un trepidante ritmo beefheartiano a la Magic Band. Un ensayo sónico de Kubero al piano y voz con eco y reverberancias le dan forma a “Spirtrepus”, para dar paso al mejor tema del disco, el impresionante “Polvo he de sacudir” que se nos impone con un riff sobre el que se desarrollan distintas variaciones “psycho” de guitarras por parte de Gabis y Kubero, quien también canta. Cierra el primer lado del disco la bella canción acústica “Una manera de llegar”, en donde la voz de Kubero es acompañada por Miguel Cantilo y las tablas de Portugheis.

El lado dos comienza con otro aplanador hard-rock: “Algo está por suceder”, con catárticas intervenciones de todos los participantes en un colectivo que parece pasarnos por encima. Otro interludio de paz en la acústica “Creciendo en espiral” a cargo de Kubero solo, para dar paso a un final de película tipo “flash-back” psicodélico en el instrumental “Colgado de las nubes”, con todas las guitarras a cargo de Kubero, coros tratados desde la consola por Bond y el violín de Pinchevsky.

La fotografía de Kubero en la portada es otro factor de impacto que suma a la consideración de que estamos ante un disco extraordinario de nuestro rock. Solo en Brasil se ha hecho justicia con una reedición digital, sin duda estimulada por el hecho que Kubero vivió varios años allí. La misma incluye 3 temas como bonus track, pero no representan ninguna novedad especial: dos corresponden al disco original de “La Cofradía” y el otro es “La pálida ciudad” del segundo vol.2 de Billy Bond y La Pesada.

También hay una edición en CD argentina de hace años (pero supongo que pirata, pues no figura sello y el sonido es pésimo).

viernes, 18 de enero de 2008

INVISIBLE: el ánima imaginado (III)

Para 1976, ya existían fricciones internas en el grupo. Era un momento donde ocurrían algunas novedades en nuestro rock, como la idea de una posible fusión con el tango. Lo estaban intentando el trío de rock progresivo Alas y el grupo Generación Cero del bandoneonista Rodolfo Mederos, todos apadrinados por el genio de Astor Piazzolla. Lo que se buscaba era una "identidad porteña" para nuestra música progresiva. Ya Spinetta había alcanzado esa sensibilidad urbana en el primer álbum de Almendra en 1969, y volvía a aparecer nuevamente ahora como una dirección posible.

Al mismo tiempo entra al grupo de forma estable el joven y virtuoso guitarrista Tommy Gubitsch, convirtiéndolo en un cuarteto. Posiblemente fue también como una búsqueda de querer equilibrar las tensiones internas que ya habían comenzado (especialmente entre Spinetta y Pomo). Lo cierto es que el tercer disco de Invisible, titulado "El jardín de los presentes" tiene otro enfoque de sonido, menos onírico y complejo, y más directo, más "urbano". Ya lo podemos escuchar en el auténtico clásico que abre el long play: "El anillo del capitán Beto" nos cuenta, con una poesía de mucha sensibilidad tanguera, las tristezas de un ex-colectivero argentino, ahora astronauta y perdido en el espacio. La bella e intensa balada "Los libros de la buena memoria" incorpora un solo de bandoneón de Juan José Mosalini. El tercer tema, "Alarma entre los ángeles", instrumental, se abre a un estilo más vinculado a la fusión jazz-rock, algo que interesaba mucho a Luis por entonces. De alguna manera "Alarma entre los ángeles" es una adelanto al futuro próximo de la música de Spinetta al mismo tiempo que una muestra de las virtudes técnicas de Gubitsch. Termina el primer lado del vinilo con la simple y dulce canción acústica "Que ves el cielo". La cara B del LP se iniciaba con "Ruido de magia", con la participación de Gustavo Moretto (teclista de Alas) en sintetizador, seguida de "200 años", otra emotiva canción de simple y profunda belleza. Llegamos entonces a "Perdonado", sin ningún tipo de dudas el mejor tema del disco y el que más recuerda al sonido clásico de Invisible. Fuertes e intensos contrastes entre los clímax, de calmos a violentos, en casi 8 minutos imperdibles de gran genialidad expresiva. Finalmente, el álbum cierra con un tema emblemático de la sensibilidad porteña: "Las golondrinas de Plaza de Mayo", en donde el sintetizador de Moretto y tres bandoneones le dan el clima indicado a una nueva corriente que exploraba las posibilidades de un "tango-rock". Sin embargo, Spinetta comenzó a sentir la cuestión como una presión, como un "deber ser" obligatorio del músico de rock argentino en buscar las raíces y la identidad... algo que no le simpatizaba en su concepción del arte abierto al mundo. Creía en las posibilidades de esa fusión, pero que fluyera naturalmente como parte de una vía de expresión, y no bajo presión obligada.

El arte de imagen de "El jardín de los presentes" es una bella fotografía que transmite mucha paz y melancolía. Una interesante paradoja contrastante para el momento (1976) en donde Argentina vivía una violencia política inusitada que llevaría al golpe militar del mismo año. Una muestra más de cómo en nuestro rock se producía una especie de "exilio interior" ante los hechos de dominio publico (ojo, no lo digo como crítica bastarda, sino como una forma de entender como el rock significaba, por entonces para muchos, una manera de identificar el espíritu vivo ante la realidad circundante y no una música de protesta.)

Invisible se terminaría a fines de aquel 1976. Las fricciones internas que dijimos antes entre los miembros del grupo cobró sus frutos. Así llegaba a su fin uno de los mejores dos grupos (a mi gusto) de la historia de nuestro rock (el otro es Manal).

Ya en 1977, Luis formaba otro grupo para iniciar una etapa como solista, que en un principio se conocía como "Banda Spinetta", con diversos cambios de músicos que se iban dando en su desarrollo, totalmente orientado al jazz-rock y responsable del disco "A 18 minutos del sol". Es de alguna manera el génesis de lo que luego sería Spinetta Jade, pero eso es parte de otra historia.

miércoles, 16 de enero de 2008

INVISIBLE: el ánima imaginado (II)

En 1975 Invisible ya se encontraba en CBS, preparando el material de lo que sería su segundo álbum: "Durazno Sangrando". Para este disco, el trío se volvía cada vez más radical en la profundización de su sonido onírico, tornándolo más aséptico.

La mayor prueba de ello es el impresionante tema de 15 minutos (dividido originalmente en dos partes): "Encadenado al Ánima", un viaje de las tinieblas a la luz, como diría el mismo Spinetta durante la presentación de la pieza en directo. La poesía es de un nivel muy fuerte en imágenes de tensión surrealista, inspirado en las lecturas del libro "El secreto de la flor de oro" de Carl Jung y Richard Wilhelm, en donde el Ánima simboliza la muerte y la oscuridad y el Ánimus la vida y la luz: "Quien al despertar está sombrío y deprimido, encadenado a la figura corpórea, está encadenado por el ánima".

La música es una elaborada red de texturas que corporizan la tensión de la letra, escrita en algunas partes por el padre de Spinetta. Es impresionante el ensamble y muy en especial el desempeño de Luis en la guitarra. La otra pieza del álbum en la misma línea, y que ocupa gran parte de lo que era el antiguo lado 2 del vinilo, es "En una lejana playa del ánimus". Los otros tres temas del disco nos muestran una faceta más directa: "Durazno sangrando" es una bellísima canción acústica que inmediatamente se instaló como clásico en el repertorio Spinetteano de todos los tiempos. Nos cuenta como un durazno encuentra su propia alma en la melodía que silba su carozo. "Pleamar de águilas", cantada por Machi, es de esperanza con aires marinos, en tanto que "Dios de adolescencia" es una de las tantas piezas de Spinetta en donde se alecciona "no apurarse" en la vida y dejar fluir el ser de nuestro espíritu.

El arte visual del álbum es de una gran belleza, en tonalidades amarillo durazno puede verse, difuso, el fruto y su carozo. En el despliegue interno vemos una fotografía de un durazno partido (con un corazón como carozo) a la orilla de un río. Se acredita la participación de Esteban Martínez Prieto en sintetizador Arp String Ensemble para "Encadenado al ánima". La contraportada contenía las letras y una foto de un brazo extendido (todos suponemos que de Spinetta) con el brillo en la palma de su mano.

Hubo problemas con la censura: los afiches para la promoción del concierto tenían dibujado un durazno sangrante, que fue visto como una vagina menstruando.

lunes, 14 de enero de 2008

INVISIBLE: el ánima imaginado (I)

InvisiblePodemos pensar en una intersección: el lirismo de Almendra y la catarsis rocker de Pescado Rabioso dan como resultado Invisible, pero este concepto es algo simplista, algo se nos escapa de las manos. Porque Invisible (esa poderosa experiencia poética y musical que desarrollaron Spinetta, Pomo y Machi en la políticamente inestable y peligrosa Argentina de mediados de los 70’) trasciende los resultados de las combinaciones y las sumas.

Corría 1973 cuando Luis Alberto Spinetta disolvía Pescado Rabioso por diferencias musicales con los demás integrantes. Y para dejar bien en claro que la identidad del Pescado pasaba solo por él, su siguiente disco “Artaud”, concebido como un trabajo solista, llevaba el nombre del pez hidrófobo. Presentado al público durante dos Domingos por la mañana, el evento cerraba un concepto para abrir otro en la por entonces hirviente creatividad de Spinetta. Ahora había que disolver el nombre propio en un proyecto en conjunto: Spinetta, Pomo y Machi, pero antes que nada Invisible. Un férreo acuerdo dictaminaba que todo se concebiría de a tres: creatividad, concepto, diseño, estrategia, entrevistas. Sin excepciones. Ningún ego particular infiltraría caos a ese orden de trabajo. Así comienzan los ensayos, en los últimos meses de 1973.

Héctor Lorenzo (Pomo, batería) y Carlos Alberto Rufino (Machi, bajo) venían de demostrar que eran la mejor base rítmica del país junto a Pappo. Hay que escuchar el monumental “Vol. 3” de Pappo’s Blues para comprobarlo: con una dinámica nerviosa y excitada, llena de fuerza, swing y virtuosismo, Machi y Pomo empujan a Pappo hasta el límite de lo imposible, generando una maquinaria de rock que arrasa con todo lo que se interpone, especialmente las barreras del tiempo: han pasado 35 años y el disco sigue sin dar tregua, con bestiales versiones de temas como “Sucio y desprolijo”, “Sandwiches de miga” o “El brujo y el tiempo”.

Por su parte Spinetta había hecho un alto en el hard-rock luego de Pescado, “Artaud” expresaba con sensibilidad acústica los miedos internos y externos del alma humana, pero desde una óptica positiva, buscando despejar los obstáculos que nos paralizan cuando intentamos Ser. El blues y el rock seguían estando ahí, pero no como condición excluyente. Más bien como parte de una forma “progresiva” de expresión.

Así, los primeros temas de Invisible que debutaron como simple “Elementales leches” y “Estado de coma” (un violento hard-rock) reflejaban el cruce del pasado inmediato con las ideas por venir. Aún faltaba pulir ese sonido que conoceríamos apenas poco tiempo después, cuando a comienzos de 1974 se edita finalmente el primer álbum del trío en el sello Microfón. La auténtica y poderosa manifestación de Invisible.

Y hay que detenerse en la fuerza de la imagen, sostenida por una lírica spinetteana repleta de febril imaginación surrealista y por una música cargada de una tensión onírica que no da tregua, un ensamble de tal contundencia que produce escalofríos en cada audición, una auténtica obra maestra de nuestro rock criollo que trasciende todas las barreras posibles que el tiempo siempre busca imponer. “Jugo de lúcuma” abre el disco con unos sonidos misteriosos, a modo de introducción. Luego el tema comienza con contundencia, con el trío sonando en clave de jazz. Impresiones de alguna noche de sexo y misterios parecen filtrarse a través de flashes como “... ardiendo están las esferas esperando por ella ...” o “... Lorena duerme, perdió los zapatos, manchas de rouge y sangre impiden verla ...”. La segunda canción, “El diluvio y la pasajera”, remite a las lecturas de Castaneda y las culturas indígenas que por entonces tenía Spinetta. La pieza se divide en dos partes, una acústica y de enigmática belleza, seguida de otra eléctrica (luego de un interludio en donde la música se detiene) más vinculada a la espontaneidad de una improvisación. El violento rock “Suspensión” cierra lo que era la primer cara del long play, vinculándonos a cómo Dios, el demonio y el hombre crean el tiempo (el reloj "presa del miedo" comienza a funcionar):

Antes del cuerpo un narcótico
Explotó con los Dioses
Y con los hombres el Demonio entró
Escapando de Dios
Presa del miedo el reloj se apuró
Hojas del árbol cayendo en suspensión"


Un potente instrumental abre el lado dos, “Tema de Elmo Lesto” seguida de una pieza clave del álbum: “Azafata del Tren Fantasma”, con un comienzo vertiginoso con sinuosas líneas que describen una corte de traiciones observadas por la muerte, quien otra sino que “... la eterna azafata del tren fantasma”. Tras un puente de batería, llega uno de los momentos de intensidad eléctrica más fuerte del disco, con improntas que hacen pensar en King Crimson, que por entonces, 1974, se encontraba en uno de sus picos creativos y formaba parte (junto a Mahavishnu Orchestra, entre otros) del fuego cruzado de influencias que nutrían la inspiración sonora de Invisible. “Irregular” cierra el disco: luego de un desarrollo instrumental en donde se aprecian las virtudes del trío y su calidad de ensamble, continua un angustiante clamor de fuertes imágenes surreales y urbanas:

Mientras la ciudad calla o prosigue
Aún en el corazón de la urbe
Se escucha el clamor de un grito de inocencia
No hay nada
ni nadie que comprenda
Y entre los telones de esta farsa
Se sacude ansioso el Misterio Eterno
De aquellas venas sangraba Dios
(Dios y su troupe)


Su cabeza cayó de rodillas
Y su vientre rodó por entre el tráfico
(Que es irregular)


La edición original del álbum contenía de regalo un simple 45 rpm adherido a la funda interna, con dos violentos hard-rocks: “La llave del mandala” y “Lo que nos ocupa es esa abuela, la conciencia que regula el mundo”.El disco fue presentado en el Teatro Alvear, con recordados conciertos que generaron gran impacto en los que tuvieron la suerte de asistir. Hay varias reseñas de los mismos en la web, en donde se destaca, junto al poder musical del trío, la proyección de escenas del mítico film surrealista “El perro andaluz” de Buñuel y Dalí.

Invisible (1974) Hacia mediados de 1974 el trío edita un nuevo simple con las canciones “Viejos ratones del tiempo” y “Oso del sueño”. Hay en el sitio web “Mágicas ruinas” recortes de una nota original de la revista “Pelo” de cómo el grupo registró ambos temas en el estudio, apelando a distintos recursos técnicos en el sonido para lograr los climas que buscaban. El simple cierra la primera etapa de Invisible y su vinculación al sello Microfón.

En los tiempos del CD, se realizaron varias reediciones del álbum, siendo la más completa aquélla de fines de los 90’ que reproduce fielmente el arte original (una ilustración de M. C. Escher) más el agregado de todos los simples como bonus track.

lunes, 7 de enero de 2008

Viaje inaugural tras la niebla

Un viejo tren fantasma recorre las redes de la noche. La música rasguña los cristales de esa casa abandonada, mientras desde el fondo, entre la nieve, algo se mueve. Son libros olvidados, discos apilados en algún armario, rastros de aquella película que nunca terminó.

El viejo tren fantasma recorre la noche, oculta sus tesoros hasta que sea el momento de iluminarlos.

Un saxo susurra sexo, y es tan fácil como inevitable. El tren resopla mientras avanza, nubes blancas que son recuerdo y presente, gritos de una gota traslúcida de vapor.

Este viaje lo inician dos sombras nocturnas, viejos amigos de música, cine, alcohol y humo compartido, pero en el pasar frío de estaciones, quizás se sumen algunos más. Quizás no. Da igual, los trenes fantasmas no entienden de números ni tiempo.

Un viaje donde dejar huellas de hierro, un disco por aquí, una banda por allá, un film del lado oscuro. Y la noche que no es solo silencio.