
El viejo tren fantasma recorre la noche, oculta sus tesoros hasta que sea el momento de iluminarlos.
Un saxo susurra sexo, y es tan fácil como inevitable. El tren resopla mientras avanza, nubes blancas que son recuerdo y presente, gritos de una gota traslúcida de vapor.
Este viaje lo inician dos sombras nocturnas, viejos amigos de música, cine, alcohol y humo compartido, pero en el pasar frío de estaciones, quizás se sumen algunos más. Quizás no. Da igual, los trenes fantasmas no entienden de números ni tiempo.
Un viaje donde dejar huellas de hierro, un disco por aquí, una banda por allá, un film del lado oscuro. Y la noche que no es solo silencio.
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